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La hepatitis canina se desarrolla como resultado de la infección por el adenovirus canino tipo 1. Asimismo, existe un adenovirus canino de tipo 2; sin embargo, éste suele producir sólo tos, mientras que la infección de tipo 1 causa hepatitis canina infecciosa. La aparición de la vacuna contra la hepatitis canina ha reducido definitivamente la aparición de la enfermedad, pero sigue siendo común en los perros. Dado que la enfermedad es mortal, y que no existe otra opción de tratamiento que los líquidos intravenosos para el confort y el apoyo, es muy importante que todos los propietarios de perros los vacunen contra la hepatitis canina.
Efecto de la hepatitis canina
El adenovirus canino de tipo 1 es un virus de rápida progresión que suele comenzar afectando a estructuras menores del organismo, como la garganta. Sin embargo, a medida que el virus progresa, suele provocar neumonía una vez que ha invadido el sistema respiratorio. A medida que el virus sigue propagándose, entra en el y suele establecerse en los riñones o el hígado, provocando el fallo de uno de estos órganos o de ambos. A medida que el hígado y el riñón empiezan a fallar, el perro puede empezar a tener convulsiones, un aumento de la sed y puede vomitar, acercando al perro a la muerte, ya que no hay forma de detener la infección.
No se puede subestimar la gravedad de la hepatitis canina. Si bien los síntomas pueden aparecer con bastante rapidez, la enfermedad progresa aún más rápido, a veces causando la muerte en tan sólo dos horas después de que se note el inicio de los síntomas. Incluso con todos los avances tecnológicos modernos de la medicina veterinaria, todavía no hay ningún método de tratamiento que pueda eliminar el adenovirus canino del organismo, por lo que la vacunación es tan importante.
Vacunación para proteger a los perros contra la hepatitis
Dado que no existe tratamiento para la hepatitis canina, la única forma de prevenirla en los perros es vacunarlos adecuadamente. La vacunación contra esta enfermedad suele comenzar alrededor de los 6 a 9 meses de edad, volviéndose a administrar entre los 12 y los 15 meses y, posteriormente, cada año. Es importante recordar que los cachorros que aún no han sido vacunados son extremadamente susceptibles a todas las formas de infección y enfermedad, por lo que deben mantenerse aislados de los perros no vacunados hasta que hayan recibido todas sus vacunas.
La vacunación en sí es un procedimiento sencillo que se administra mediante una inyección justo debajo de la superficie de la piel del perro. El tipo 2 del adenovirus canino se suele administrar en combinación con la vacuna de tipo 1. De hecho, la vacuna es en realidad una forma de vida modificada del virus que contiene el virus de tipo 1 o el de tipo 2. Ambas versiones de los virus no pueden administrarse, pero tienen la capacidad de protección cruzada. Por lo tanto, independientemente de si se administra el tipo 1 o el tipo 2, proporcionará protección contra la hepatitis canina.
En algunos casos, puede haber infecciones renales persistentes como consecuencia de la vacuna, que suelen producirse entre 1 y 2 semanas después de la dosis. Si esto ocurre, el virus puede pasar al tracto urinario, donde puede infiltrarse en otras zonas del cuerpo, por lo que la vacunación todavía no es 100% segura. Sin embargo, la decisión de no vacunar sigue siendo más peligrosa que la de vacunar.
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